Aportes de la creatividad y el arte al psicoanálisis
Publicada el 09/05/2013 por Gloria Stafforini
Aportes de la creatividad y el arte al psicoanálisis
Gloria Stafforini
Nuestra clínica
psicoanalítica abierta a una realidad siempre cambiante nos impulsa en muchos
momentos a una tarea de reelaboración y creación de nuevos abordajes y
representaciones. El psicoanálisis como herramienta para la comprensión
psicoafectiva sexual y cognitiva de lo humano se pregunta y nos pregunta, en
relación a la realidad y a lo intra e intersubjetivo qué hay de nuevo, qué de
lo que acontece, puede ser procesado e incorporado en diferentes ensamblajes
que nos hacen revisar y replantear nuestra tarea.
Cambia, todo cambia?
Podemos hacer balances y crear nuevas representaciones o se nos aparece la
valija de Chaplin y recortamos al bies? ¿Qué es lo “nuevo” y como nos atraviesa
en estos tiempos en nuestra Argentina de siempre? ¿A qué trabajo de armado o
desarmado teórico- técnico nos enfrenta nuestra realidad social de todos los
días? Hay creaciones sociales innegables en nuestras “áreas” de trabajo. Las
nuevas formas de organización familiares, la manera de pensar las sexualidades,
las técnicas comunicacionales, las situaciones laborales y contractuales. Hay
nuevas “normalidades” en circulación. Nosotros, los argentinos, surfeamos permanentemente
distintas crisis variopintas que nos incluyen en el mismo campo que nuestros
pacientes. Tantos movimientos nos fuerzan a un acomodamiento, a veces agotador,
y a un replanteo ¿por qué no? de posiciones y paradigmas. La creatividad
debiera ser un instrumento “muy a la mano” en nuestra valija. Y no siempre es
tan fácil despegarse de ciertos presupuestos técnicos y teóricos. Años de
debates sobre la formación en las instituciones, sobre cuántas sesiones y si el
diván o el sillón, la conversación o la interpretación. En general, muy en
general, me parece que la clínica con niños y adolescentes, y pacientes que
antes eran considerados inanalizables ha posibilitado más fluidez y creatividad
en las herramientas técnicas. Las entrevistas a padres, los llamados de y a las
maestras, psicopedagogas, los juegos, dramatizaciones, dibujos, las
dificultades con las prepagas y sus condiciones etc. a veces le confieren más
soltura y creatividad al espacio compartido. Me gustaría pensar en la
creatividad como una función inherente al aparato psíquico que atraviesa toda
nuestra clínica y que en caso de pacientes graves nos ayuda a desplegar al
máximo nuestros recursos. Intentaré como psicoanalista, que además hace “obra”
que a veces se cuelga en galerías plantear relaciones y preguntas entre el
psicoanálisis, el arte y esa particular función que es la creatividad.
La palabra crear
proviene del latín “creare” sacar algo de la nada. Pero esta nada que antecede
al caos tiene ingredientes particulares.
Comencemos por Freud y
los artículos donde trata el tema de la creación. Desde el mismo origen el
aparato psíquico es una creación aunque el autor habla de “constitución” del
aparato. Constitución con la madre funcionando como creadora y dadora de
condiciones que permitan que el bebé devenga un otro diferente. El proceso
primario crea representaciones cosa pero hace falta el proceso secundario que
inhiba la descarga para que aparezca eso que llamamos creatividad. O sea que
los mecanismos de la creatividad se componen de material primario y secundario,
y además debe haber por parte de la represión una permeabilidad particular. El
factor tiempo o circunstancia incide de una manera particular. Como dice la
canción hay momentos en “Que las musas han pasado de mí, andarán en otra
cosa”…… Musas que inspiran algo que parece que viene del exterior, pero es un
exterior metabolizado de una forma particular en un “punto exacto de cocción”
cómo dice el chef Pablo Massey.
Hay numerosos artículos
freudianos que hablan de de la creación: “Los recuerdos encubridores” (1899),
“Los personajes psicopáticos en el escenario” (1905) “El delirio y los sueños
de Gradiva” (1907), “El creador literario y el fantaseo” (1908), “La novela
familiar del neurótico”, “Lo ominoso” -que plantea el encuentro con lo
siniestro que puede ser real o representado- y por supuesto “La interpretación
de los sueños”.
La creación en los
textos aparece en general ligada al fantaseo y a cierta insatisfacción
neurótica que se intenta compensar por esa vía. Aparecen los deseos y la
ganancia del propio placer y de los otros Cuando la función de la creación es
producir una obra, hay ciertos momentos particulares de encuentro entre el
artista y su obra y entre el público y la obra. Cézanne decía, que al pintar se “transformaba” en el
paisaje que pintaba…
Esta transformación,
este borramiento entre el artista y su obra, genera un encuentro pleno de
placer anterior al placer que produce el reconocimiento de los otros.
Volviendo a los orígenes
del mecanismo y a la posibilidad de que se desarrolle la función, planteo
algunas preguntas para dialogar:
¿Qué propicia la
creatividad en una persona?
¿Somos todos potencialmente
creativos o es sólo el espacio transicional el que la propicia?
¿Cuál es la receta
psíquica para que esta función se despliegue?
¿Cuál es la relación de
lo traumático con la creación?
¿Cuál es la relación de
la sexualidad con las artes?
¿Por qué serían
diferentes un síntoma, un sueño, una obra?
Muchos autores analizan
el producto artístico pero no tanto el proceso psíquico de la creatividad… El
autor que posiblemente desarrolla más explícitamente este tema es Winnicott
considerando a la madre como función necesaria para que el niño tenga la
ilusión de crear sus objetos. El espacio transicional como espacio potencial de
ilusión permite al niño adquirir la posibilidad de ilusionar, de jugar a que… y
le potencia la capacidad transformadora. Otros autores como Green o Hornstein
desarrollan la teoría de la identificación a la potencialidad simbólica de la
madre. Este concepto es muy interesante para pensar los efectos de algunos
análisis y también porque no, de algunos talleres de arte. Una cosa sería que
el paciente se identifique a la función analista y otra “al” analista. A veces
en los talleres de arte se ve claramente que se produce una identificación
masiva a la obra del maestro (todos hacen obra muy parecida). Diferente es la
identificación a la función de creación como mecanismo simbólico. Se produce
una identificación al movimiento psíquico, a ese atravesamiento particular que
va desde una nada, pasa con dolor por el caos y si hay encuentro, desembarca
muchas veces un tanto accidentadamente en un buen puerto. Pero no hay creación
sin sufrimiento. El atravesamiento de ese vacío y el encuentro con determinados
objetos a veces produce síntomas y no obras y el barquito se hunde en un mar de
inhibiciones y angustias.
Los niños en condiciones
de crianza “suficientemente buena” son los maestros de la creatividad. Son
curiosos y naturalmente exploradores, si se frustran transforman la identidad
del objeto, el objetivo o la función. Bastante seguido observo las andanzas por
el mundo de una niña de un año y 2 meses. El mundo es una entidad a ser chupada
y manipulada, y si es posible trepada. Todo es descubrimiento y
experimentación. La misma cuchara puede servir de peine, arma de guerra u
objeto descartable según sus fantasías y posibilidades
Los niños
desfuncionalizan los objetos mucho antes que Marcel Duchamp, y el movimiento
Dadá -¿se acuerdan del famoso mingitorio?-
Ensayo entonces una
posible definición:
La función creatividad
sería una capacidad transformadora de la realidad interna o externa que está
apoyada y propiciada por identificaciones al placer sentido de por los otros
significativos, al placer de la pulsión epistemofílica (hace falta poder
curiosear adentro o afuera para crear) de los soportes del ideal, del permiso
del superyó y de cierto aval socio histórico que también hace al proceso. La
posibilidad de que algo nuevo y deseado aparezca tendría que ver con cierta
permeabilidad de los procesos primarios y secundarios comandados por el yo en
distinta medida y cualidad. Esta capacidad se ve limitada en casos de
inhibiciones, excesiva represión, falta de deseo, falta de curiosidad.
Además, en casos
precisos hay cierta fijaciones a soportes privilegiados como la vista, el oído,
el ritmo o el movimiento corporal como zona fuente de un placer que exige ser
satisfecho y que genera las distintas manifestaciones artísticas, danza,
música, escritura o cualquier actividad particular que genere pasión y novedad.
En el fondo de toda
creación hay un caos pulsional que necesita ser ordenado, transformado, hay
algo que inquieta y una cierta compulsión que urge y duele, algo se transforma
en el superyó que a veces funciona como un imperativo atrapante de la tarea
pero también un aliado Todos los que han creado cosas y siguen creando son conscientes
de los distintos estados anímicos que atraviesan que van desde lo pasional, a
la ansiedad, y excitación, al agrandamiento narcisístico y caídas vertiginosas en
distintos modos de depresión si “ la cosa no sale.” “Se dice que los artistas
“crean para no enloquecer”. Hay un inconsciente “loco” que busca ser
simbolizado.
Pensemos sino en los
expresionistas Bacon y Lucien Freud y lo particularmente dramático de su obra….
Sería interesante pensar qué hubiera pasado si no se hubieran podido expresar
de esa manera. Recordemos también a Goya y sus desgarros.
He aquí algunos ejemplos de los distintos efectos
psicoafectivos de la ausencia o presencia de los momentos llamados de “inspiración”.
Una pintora decía sobre
su obra: “es como estar enamorada”.
Otra decía: “parezco
bipolar, o me acelero y no paro, me olvido de comer y salgo a la calle rotosa y
manchada a comprar pintura o entro en depresión profunda y me arrastro como una
larva consumida hasta que “algo aparece”.
Un escultor cuando no
podía crear decía con cara de juicio final: “bueno ya está, ya me pasó, no soy
más escultor”.
Alguien se rapaba el
pelo para no salir a la calle y seguir pintando.
Son ejemplos de la lucha
establecida entre lo pulsional, el narcisismo, el deseo de expresión, las
defensas y la capacidad de representación simbólica.
Algunas relaciones entre traumatismo
social y creatividad
Tomemos el ejemplo
argentino. A partir del caos del 2001 algo se modificó para bien y para mal en
nuestro país. El profundo caos social produjo además de efectos devastadores
que todos hemos atendido, recomposiciones laborales y creativas muy interesantes.
Me resultó muy gráfico lo que pasó en el barrio de Palermo que se transformo de
ser un barrio común de muchas casas bajas y viejos talleres en un lugar de
diseñadores y restaurantes con una oferta de novedades y situaciones mayor que
el Soho de New York con muchos menos recursos económicos.
En ese momento los
jóvenes apostaron a salidas laborales diferentes porque la situación económica
así lo habilitaba. Surgieron nuevas profesiones y carreras de diseños, de
comunicación y de imágenes visuales en una Argentina que había sido bastante
restrictiva y “ortodoxa” en ese tipo de salidas laborales. Hoy ser “artista o
ser creativo” para el común de la gente es más prestigioso que antes, la
categoría es en general pensada como que hay alguien con una plasticidad
especial que lo habilita a poder “generar cosas distintas” en una sociedad cada
vez más compleja y porque no decirlo bastante complicada. Allá lejos y hace tiempo en 1916 en Alemania
en medio de la primera guerra surge el movimiento artístico literario llamado
DADÁ. Palabra que no significa nada en ninguna lengua o quizás y no es poco, el
balbuceo de un niño.
Hans Arp y los suyos
promueven un movimiento antirazón, anti burguesía, anti-estética, en desprecio
de los valores establecidos que los llevaron a la destrucción del país. Los dadaístas
estaban horrorizados por la guerra y escandalizados por los intelectuales que la
justificaban o la aceptaban El dadaísmo propone la sinrazón frente a una
racionalidad que justificaba la destrucción de millones de personas. Propagaban
la libertad creativa, la invención y la espontaneidad y atacaban el lenguaje
por ser un instrumento engañoso. El arte no volverá a ser el mismo después de
ellos….
Es imposible saber cuál
es la cantidad y cualidad de movimiento necesario para que se despierte algo
creativo en un sujeto pero creo estamos de acuerdo en pensar que:
Hay un punto necesario
de incomodidad para crear,
Hace falta que se desee
algo nuevo,
Que algo cambie, que
algo aparezca o desaparezca en nuestro “horizonte”
Que esa “producción
diferente” tranquilice ciertos momentos de agitación
En general los pacientes
que considero creativos y de “mejor pronóstico” comparten ciertas características.
Son gente con pocas
certezas, se permiten dudar.
Tienden a tener más
aptitud introspectiva y mucha imaginación.
Son originales en los
modos de solucionar los problemas.
Sobre todo regresionan
con facilidad a zonas cálidas de la niñez y extraen material para sus obras sin
desintegrarse. Este punto me parece fundamental.
Recuerdo una clase de
teatro donde en un ejercicio de memoria emotiva un compañero no pudo “parar”
cuando terminó una escena violenta y entró a romper todo hasta que el profesor
lo calmó.
Los artistas que conozco
tienen, en los momentos de creación, la habilidad de suspender la autocrítica o
las inhibiciones (o de suavizarlas lo suficiente) y se potencian con su trabajo.
Además en general no
solo no le temen a la soledad sino que la buscan para poder crear. Disfrutan de
jugar solo… Quizás esto junto con las regresiones operativas al yo, es uno de
los ejes fundamentales de la capacidad de sublimación y creación. Poder estar
solo con los propios “objetos” y jugar con ellos…
Pasemos a la clínica
Primera escena
Niña de 5 o 6 años
jugando en un jardín, sigue con la vista unas hormigas. Está sola y la soledad
la seguirá acompañando a través de su niñez y adolescencia. Su madre, como la
madrastra de la bella durmiente solo se mira en el espejo.
Segunda escena
(cincuenta años después)
Terapeuta caminando por
la galería mira los cuadros de su paciente.
Se ve una niña parada y
desamparada en un jardín, no tiene rostro y parece atrapada por unas
enredaderas.
Las enredaderas tienen
bichos. Los bichos son inquietantes.
Las telas repiten la
situación con pocas variaciones.
“María” siempre comenta
con cierto placer algunos rasgos amenazantes que aparecen en sus obras y
disfruta cuando alguien le dice que sus personajes le dan un poco de miedo.
Trabajando en análisis descubre que ella puede apropiarse de aspectos agresivos
que reprimía por educación y que la melancolizaban. Al concientizar ciertos
afectos comienza a “plantarse” desde otro lugar y sin tantas “enredaderas”.
Otra temática importante
que trae, es su identidad como artista y la de “creerse” la obra.
Me dice que no logra
crear una “identidad” de artista, sí de profesora de arte, trabajo en el cual
se siente muy cómoda. “Pero mis pinturas, no sé, no me la creo”.
Para hacer una obra “que
funcione” el proceso debe pasar por un momento de “creencia” de que eso que uno
está haciendo vale la pena simplemente porque uno lo hace “como los chicos”. Es
un estado, una sensación que acompaña algún momento del proceso. Si el
sentimiento o la sensación no existen o “se caen” empiezan los síntomas y las
quejas y la obra aparece como “ajena”.
La cultura y su influencia en la
creatividad
No existe un arte
atemporal, los artistas siempre reaccionan al periodo en que se realiza y a las
problemáticas e intereses de esa era (como el psicoanálisis). La realidad es
que el arte actual no ha demostrado ninguna corriente predominante, ni ninguna
teoría de vanguardia.
La cultura instituye
formas y modos de creatividad posibles y veta o torna invisibles ciertas
manifestaciones “incómodas para lo establecido”. Si los modos de producción de
subjetividad han cambiado, lo que llamamos arte y sus manifestaciones se
transforman día a día por los nuevos medios y técnicas. El arte siempre tuvo
una cualidad anticipatoria.
Cabría pensar si lo que
aparece hoy como formas de expresión en sustitución de los grandes movimientos,
clasicismo, impresionismo, fauvismo, cubismo etc., son estos colectivos de
trabajo que suplantan la falta de cohesión simbólica u utópica social. En
Argentina, varios grupos se armaron como colectivos de arte para dar cuenta de
alguna situación o crítica social. Ejemplo: el grupo Mondongo que construía
obra con galletitas u otros alimentos para dar cuenta del consumo y la oralidad,
o Rosa Chancho un colectivo de crítica social con variedad de trabajos sobre
los cartoneros. Últimamente el “street art” el arte graffitero, toma la calle
como actor social para expresarse. El
arte hoy ya no tiene respuestas unívocas, afirmaciones ni propuestas, y a veces
pareciera arrastrado por los devenires económicos de los distintos países y
mercados. Está quizás perdiendo esa cualidad subversiva por el exceso de
globalización e “instantaneidad”. Y sin embargo, en lo personal creo que el
land art y su particular forma de intervenir los paisajes acompañando los
ritmos de la naturaleza y no los del mercado, tiene algo importante que
transmitir sobre la vitalidad de nuestro socialmente vapuleado planeta.
O sea que a pesar de los
pesares la creatividad de lo humano se sigue deslizando entre las ranuras de lo
posible, fuera de los excesos, de las planificaciones, de los controles, de las
prohibiciones, integrando con fuerza erótica las diversidades. Leyendo
entrelíneas otras relaciones posibles. Es el triunfo sobre el miedo, la
parálisis y las inhibiciones. Es el atreverse a lo desconocido y a disfrutar
del paisaje de la asociación libre, de las metáforas, del juego, de poder ser
otro y por supuesto de los sueños. Es terreno del psicoanálisis.
BIBLIOGRAFIA
Freud: “La interpretación de los sueños”
“El creador literario y su fantaseo”
“Delirio y sueños de Gradiva”
“Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”
Winnicott: “Realidad y juego”
Ruhberg Schneckenburger Fricke Honnef: “Arte del siglo
xx”
A.Rolón: “La creatividad revelada”
C.Merea: “Crítica a la sublimación pura”
Manuel Maldonado: “Dadá Berlin”
Hornstein Luis: “Cura Psicoanalítica y sublimación”